Un nuevo día comienza


De mañana, el domingo, las sábanas transpiran alcohol. Cada vez soporto menos ese olor. Y no pienses que la noche ha sido un desfase: Un par de vinos (de Toro, exactamente) en la comida, y un cien pippers en el pub de la Cubana. Se empeñó Juan, que parecía conocer a la dueña...

-¿Qué tal en la cena?
-Bien. El pescado estaba bueno, y los que tomaron carne, dijeron que también estaba bien
-Y luego, ¿a dónde fuisteis?
-A un par de lugares en la zona vieja, hasta que acabamos en uno que ponían Salsa
-¿En el Batanga?
-No sé
-¿En la Plaza de Pontevedra?
-Sí, ese

Sleeper quiere salir a pasear, no puede más.
Recuerdo haber visto a Juan coquetear con la del pub y al resto, revolotear entre unos y otros. Alguien repitió mi nombre varias veces -cuatro borrachos más allá-, a propósito, para llamar mi atención.

-¿Y?
-No -sonrío forzadamente-, todos se comportaron
-Vaya
Todos no, yo me puse histérica cuando se acercó Paula para saludar. Y huyendo me tropecé con Gerardo. Estaba solo. Me sonrió y comenzó a echarme el rollo sobre la última vez que hablamos (concretamente que chateamos). Según él, le había dado mucha caña y que por eso no se había puesto en contacto conmigo. Ni me importaba, ni lo entendía.

-Me dijiste que me llamarías -sorprendida-, no me pareció que te sintieras ofendido
-Decidí que no quería saber de tí -rotundo

Y si es así, ¿por qué no me dejas en paz? Mi cabeza se expresa sin filtro. Bueno, al menos lo intenta. Quiero responder, pero no soy capaz de conjugar un mensaje acorde con lo que realmente no quiero decir.

-Quiero ser tu amigo, ¿si te llamo contestarás?
-(Mi amigo, ¡pero este tío es imbécil!) Nada lo impide, como amigos, claro
-Sí, amigos
-Nada más

Y vuelta a teorizar, esta vez sobre la amistad, sobre lo que uno y otro, consideramos. Pero si en realidad me aburre tremendamente, ¿qué estoy haciendo?
La mirada de Paula se cruza con la mía.

-Estamos esperándote -me reclama
-Vale, ya voy

Y casi sin pensarlo (un cuarto de minuto, exactamente), me dejo coger de la mano y salgo del local. Sus dedos, más cortos que los míos, me aprietan fuerte, me empujan contra la gente.
-¿Un pitillo? -sin mirarme
-Dejé de fumar hace dos años
-Yo también debería (volver a hacerlo)

Sleeper tiene ganas de pasear y, yo estoy hecha polvo. Debería dejarlo un rato más, pero quiero regresar ya. Son las dos (de la tarde), pero me apetece desayunar cereales con cacao. Preparo para los dos, y nos vamos al sofá. En la tele sale una jueza que le quita la tutela a unos padres. Me entretiene. El pinscher salta hacia mí y se protege bajo el edredón.

-¿Cena de trabajo?
-Sí
-Perdona, ¿tú nombre era?
-Lorena-enfadada

Cómo pudo olvidarse, ¡me acosté con ella! Y el anillo...
La jueza de la serie habla con su madre sobre lo difícil que es cuidar a los hijos.
Y yo de boba, me dejo arrastrar... ¡Qué demonios! Al menos esta vez, controlé...
-De verdad, que lo siento, pero como fue todo un poco..
-Raro
-Jaja, no, precipitado
-(?)
-Tenía ganas de hablar contigo, pero no sabía si tú lo querrías
-(Pero, ¿si fui a tu casa?)
-La tarde que viniste, bueno, no me pareció buena ocasión. Y luego lo fui dejando...

¡Anoche se pusieron todos de acuerdo! ¿un sinónimo de aburrida?
La seguí, sin saberlo, hacia su coche. Hacía buena noche, y a penas se veía a nadie. Los noctámbulos que quedaban estaban todos embutidos en los cuatro locales que aún continuaban abiertos.

-¿Subes?
-La verdad es que tenía pensado irme a casa
-Pues, te llevo
-No sé, vivo al otro lado
-Venga sube, ¿hacia dónde?
-Al Couto

Entre Mariza* y el climatizador, me entró sueño y, sin querer, me sucedió. Me desperté, creo, que cuando sentí que frenaba, y al mismo tiempo, que giraba la cabeza y se acercaba a mi cara. Hubiera jurado que me había besado, o que al menos esa era su intención, pero no lo tenía claro.

-Lo siento, estoy agotada
-No importa, ¿por dónde te dejo?
-Gira a la izquierda. Ya estamos. Es el último portal
-¿El catorce?
-Sí. Bueno, muchas gracias
-De nada, cariño. Espero verte.

Le hubiera dado el teléfono, pero ¿con qué intención? Mi mente flotaba y el cuerpo quería envolverse en mi cama. Sleeper hizo, como siempre, más ruido que yo. Un día de estos, el vecino le pone matarratas en el portal.

-Mi niño, mi niño
Me muerde, me lame.
-Sube ya, que quiero dormir

Abrazada al pequeñajo, con su hocico junto a mi nariz, me dejo atrapar por los sueños que están por llegar.
Y es que hoy y mañana, no me apetece nada más.
*Magnífica cantante portuguesa

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