There´s no second chance


...to make a good first impression.

-(Maldita sea)
Es argentina, aunque le llaman "la cubana", porque bueno, cuando la ves te dices:"Es cubana". Y lo era, pero no ella, sino una pareja que tuvo, a la que se le había perdido algo en la Universidad de Córdoba. Él completaba estudios de Arquitectura. Llevaba haciéndolo durante 3 años cuando le pilló el corralito. Las cosas se pusieron feas, pero a él todo le sobrevoló.

En realidad, fue al revés, él jodió a la Argentina (y a Cuba). Según su curriculum personal, sus cualidades no estaban en el aula, o sí, depende. Fue conocido por todos y todas, tanto en su país, como en Córdoba, que sus habilidades mejores no tenían nada que ver con el plóter. Y en el año 2001, Paula las descubrió.
Cuando llegó a España, un año después, él ya estaba aquí. Había llegado un mes atrás, y estaba viviendo en un piso de estudiantes con una francesa y dos españolas. Por entonces, ya se tiraba a una de las de aquí, que se encargó de regularizarlo un tiempo después.

Que Paula sobraba lo supo desde el principio, y que tenía poco tiempo para buscar a algún familiar gallego para conseguir la nacionalidad, también. Gastó toda la plata en móvil, buses, pensión-café-y-bocata y, algún regalito a primos desconocidos, pero la inversión dio sus frutos. Cuando consiguió la doble nacionalidad, le dio tal subidón que aquella noche se volvió a follar al cubano. Y aunque lo disfrutó: "¡Nunca más!", pensó.
Sus planes no habían sido quedarse en España, y mucho menos en Galicia. En realidad su idea era irse para Estados Unidos. Al final, por una cosa o por otra lleva siete años, y cada vez siente más pereza por hacer las maletas e irse a ninguna parte. Por lo mismo, por una cosa o por otra, tampoco ha vuelto a la Argentina. En este tiempo, lo que sí hizo, fue se traerse a su hermana Lorena.
Nunca se dedicó a la Arquitectura. Tiene un bar, el Pubis. Había trabajado en él, como camarera, hasta que lo traspasaron, y lo cogió.
-¿Cómo te llamas?
-Tienes acento cubano
-Pues soy argentina
-(Ay, lo siento)
-No te preocupes, me lo dicen todos. Eso y las ladillas, me lo pegó un ex.
-Ah
-Jajaja

Se reía tan alto, y tan bonito, que te quedabas pegado mirándola.

-Yo (aunque no te interese) soy Juan
-Encantada
-Es verdad, aquí son dos (besos)...

Cada jueves, antes de que empezase el mogollón de los mocosos universitarios, pasaba por el pub, se tomaba una cerveza y dejaba, de vez en cuando, propina. Algún que otro día bajó con amigos o compañeros de trabajo, después de alguna cena, y con alguna cerveza demás encima. Un par de veces acabaron en la cama antes de poder considerarse pareja.
En cuanto pudo, echó a Lorena, para irse a vivir con ella. Vivía en la zona vieja, en un pisito diminuto, donde hasta el báter se apilaba sobre el suelo. Era simpático verla sentada sobre el trono (y es que, curiosamente, había que subirse a un escalón para posicionarse). Sólo había visto algo igual, una vez, en Austria, en un restaurante de carretera, a unos pocos kilómetros de Viena, claro que allí no lo tenían así por falta de espacio. A veces él se inventaba excusas para hablar con ella mientras estaba meando.

En el dormitorio, la cama estaba encajonada delante de la ventana, entre tres paredes. Imposible moverla. Fotos pegadas en la pared y el corcho. Acumulaba además, post-its y notas de mil formas y colores, recortes de noticias, entradas de cualquier cosa, y, otros recuerdos inverosímiles).

En el salón, la cadena musical sonaba a Bersuit y a Bajofondo. Era fantástico escuchar a Silvio mientras jugaban en el sofá o en el cuarto de al lado.

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