A la espalda, una guadaña

-Creo que me lo voy a llevar unos días. Tú no puedes controlarlo y yo en el piso...-Lorena
-Lo voy a echar de menos-Paula
-Ya
La noche no da tanto miedo dentro del coche y con la música alta. Con el cambio de canción se da cuenta de que el limpia va a mil sin necesidad.
-Hola mi niño, estás malito. Ya verás al llegar a casa te voy a bañar. Sé que no te entusiasma la idea. Y luego hay comidita rica- Lorena

No se puede creer hablándole al gato como a un niño, como a un amante al que no puede, por supuesto, ni se le pasa por la cabeza... penetrar.
-Vaya, duele, ya verás como llegamos pronto.

Maulla suave, doloroso, tiene frío envuelto en jabón. Lo envuelve en la toalla naranja y va en busca del secador. Es curioso como se deja acariciar por el calor, no está asustado, pero sí cansado. Le da su cena. Le acompaña.

Por la mañana se acerca a su cama, y la mira con la carita del niñoconfiebre, le deja que se suba a su almohada. Le escucha toser. No le gusta.
-Necesito esta pastilla, ¿cuándo le pondríais cita?
-Mañana a las cinco.
-Bien.

En el banco no se ve más que lo de siempre, y sin embargo, las ganas de estar en casa le produce demasiada ansiedad. Disimula, como siempre.
-Siento lo de su hijo. Debería ir usted al psicólogo.
-No quiero saber nada de médicos-dice la señora Lola.
-Pero un psicólogo es distinto.
-Entró me dijo no sé el qué... y a los cinco minutos se fue -se enfada.
-Ya, la universidad no enseña... bueno, y tal vez, son muchos pacientes... Igual no tenía un buen día... Es difícil...
-Si lo vuelvo a ver, no sé que le hago.
-¿Y va mejor?
-Está igual, y a las educadoras no les dice nada, pero a mí... cómo se me pone... Pero que le voy a hacer.
-Ya tiene aquí usted el dinero. Para otra vez no dude en llamarme antes y así no la hacemos esperar.
-¿Llamo a este número?
-Sí, y pregunta por Lorena.
-Gracias, ¡qué amable es usted!

Lorena hace planes, tiene a alguien con quien hablar, a quien notar junto a ella en el sofá.
-Mi niño, estás algo mejor, ¿verdad?

Lorena hace planes mientras le mima.
-Ese es...-la auxiliar
-Jazz-Lorena
-Teníais cita para las cinco, ¿no?
-Sí
-Tenía cita para ahora- hacia el veterinario- Ya tiene la ficha abierta.
-Bien vamos a verte, ¿cómo se llama?
-Jazz-piensa que es mono, algo gordito, pero mono. El veterinario, está mirándolo a él.
-¿Qué tal la pastilla? ¿La tomó bien?
-Sí, mezclada con la comida.
-Qué bien, algunos gatos la vomitan.
-Este también lo intentó, pero se la volví a mezclar y se lo comió todo.
-Ufff, cómo tiene la boquita.
-Lo sé.
-Vamos a tener que hacerle una prueba. Sólo son unos minutos.
-¿Está muy mal?
-Vamos a esperar.

Su niño está enfermo, su niño espera sin saberlo.
-Mal... Lo tengo que matar...¿?-Lorena
-Verás- le explica lo que tiene, pero ella no escucha.
-¿Lo tengo que matar?
-Decide tú, llama a tu hermana, lo hablas con ella.

Sale de la clínica, llueve, se mete en el coche.
-Paula, tiene una inmunodeficiencia. Hay que matarlo.
-Me lo temía, hazlo ya
-No sabía qué hacer... Si hoy o mañana...
-Ve y hazlo ya...-Paula se alegra de no estar- Me da rabia no poder desperdirme.

Eutanasiahumanitaria firmada.
-Soy adulta, es un gato ya lo sé, pero...
-(El veterinario simplemente la mira)
-Vaya, es una tontería, pero... -no para de llorar y se siente ridícula.
-Entiendo son vuestros y entiendo que algo así...
-¿Puedo estar?

Le explica que va a sentir muy poco, que es muy dulce. Y ella piensa en algo que escuchó sobre que los paraliza y que aún sienten mientras no pueden pelear por seguir respirando. Le quiere mirar a los ojos, y acariciar... El veterinario y la auxiliar le estorban. Ya está pero sigue acariciándole, es que aún está caliente... Le da vergüenza besarlo delante de ellos. Y se va.

Llama, llora, la llaman, llora. Recogido todo. Aún huele.
-Sí, la semana que viene, el martes. No se preocupe. ¿Cómo va su hijo?

Y Lorena piensa: Mientras a mi hijo le trata el médico, quiero que me dé la noticia el veterinario.

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