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Si lo que pretendes es provocarme, que sepas que ya hace un rato que lo has hecho, y no hacia el ombligo, como a lo mejor quisieras, sino un poquito más arriba de la nariz.

¡No me importa cómo estás!, ya que a tí no parece importarte que sepa nada de tus cosas. No estoy herida, no te confundas. Simplemente estoy sola por tu culpa. Las cosas no van. No me refiero al trabajo, ni a ninguna gripe. En realidad, no van porque al llegar a casa sólo me encuentro yo. No me compadezcas, no lo hagas, sólo porque me descubro mientras otros se ocultan.

Sé que continuamente escuchas mis quejas, sé que crees que en mis conversaciones todo gira entorno a "yo". Tres días llevo llorando sola: Cuando estoy fuera en, cuando regreso a casa para, el silencio. Y... ¡no soy un útero! ¡No me va a venir la regla!

El lunes estuvieron Chema y los demás en casa. Cómo puedes imaginar, todo fue distinto a siempre. Sin ti, sin nuestro hijo intentando dormir en su cuarto.

Maldita sea, se me agotan los comienzos y no sé cómo seguir. No te enfades con mi retórica, ya conoces mi gusto por lo prosaico y mi torpeza en lo que se refiere a la expresión de los pensamientos.

¿Qué crees que me pasa? Se me estarán olvidando las sílabas, será porque no puedo compartir palabras como las de "-Se te está quemando la comida", "-¿Llevo el pantalón arrugado?", "-Tómate una aspirina",... Será porque no puedo escucharlas. Llevo la vida entera dibujándome como una sombra de mis sueños, así que ya ni siquiera participo en los sueños de otros.

Me sangran los pensamientos y no sirven de nada. Sus benditos problemas, mis voces mal alineadas, mientras el café se enfría. Echo de menos tu complicidad, tus coordenadas afilándose sobre las mías, las tonterías...

Tonta y mil veces estúpida, por apostar por ti, por dejarte marchar con mi mundo en tu bolsa de viaje.

No es que desde entonces mi suerte haya empeorado, en realidad, sigue siendo la misma. Es lo malo. En treinta y un años, dos plenos. Sabes que nunca he soportado a ningún ser humano más tiempo que el que dura una copa, un pase en el cine o una erección.

Por cierto, aún no te he dado las gracias por evitarme, por ignorar mi cumpleaños, por olvidarme. Me imagino que a estas alturas sabrás de mi nuevo fracaso. Conseguí que Chema se enfadase. ¿Por qué no estabas aquí para chillarme?, ¿para recordarme mis culpas? y de paso, mis disculpas, ¿para reprocharme que soy insoportable? ¿Por qué no estabas cuando deseaba gritarte?

Si pudieras escuchar mi locura, esa que nace en la almohada y te atrae hacia el aroma de las sábanas. Que impide que te muevas del cajón, que se burla de tus deseos, para hacerlos suyos, para desear nada. Si vinieras a sacarme de la tortura en la que me he encerrado a hacerme llorar. Llamar a mi cólera para que acuchille mis miedos, los que conoces y los que intuyes. Hazlo o moriré dentro del colchón.

Si me pongo a recitar el silencio, los extraños se sienten amamantados. No sé hacer las cosas de otra manera. Los cuencos vacíos se derriten en no sé dónde y yo nunca he sabido qué decir. Existe una lengua misteriosa, que esconde significados en sí misma. Yo soy quien guarda las llaves para despertarla cuando no haga falta dormir. La hablan los niños y los adultos no les entienden. Sus sonidos no son para nadie, sólo para sí misma, para la sonámbula tentación de la conciencia, que se pierde entre bofetadas de dramáticas escenas chabacanas.

Los demás están hechos de esa maldita sustancia que empalaga y que amarga al tiempo. Como el bitter, se sonrojan de ternura y de rabia y, te gustaría poseerles el alma. Se enfrían con el calor y se derriten en la soledad del amor no correspondido.

Hasta donde se arrastran las serpientes anidan los chubasqueros de la presencia con que se compra el cariño. Cada noche en un café distinto, con un ser diferente, llorando al mismo hombre. Egoísta y caprichosa, pierde caricias y gana lágrimas de odio y de rabia.

-¿Por qué el gilipollas de atrás se me está pegando al culo? ¡Idiota, no se puede ir a más de 80!Será subnormal, ¡es línea continua, imbécil!
Entre Luís y Chema. Con Lorena. En mi universo, se derriten dos lágrimas de mariposa sobre el ombligo de la voz que me susurra. Un aire suave respira junto a mi oído. Son verdades que se esconden allá donde no puedes traducirlas. Sólo sensaciones, claridad de amanecer.

Soy mi voz. La que adormece los sentidos que guarda para los demás. Si la dejo libre podré conducirte hacia mi criatura. Dibujarte el cuerpo que sueño para mí y, entregarte mi pasión desesperada.

-¡Maldita sea!

¡Todavía estoy aquí! Entre tinieblas se envuelve la ilusión que trae cada noche. Detrás de las paredes se simulan conversaciones que solo los que no duermen se molestan en traducir. Correr delante para que no note que le estoy siguiendo, detrás para no descubrir mi huída. Oculta entre las mantas para que os olvidaseis de mí. Para hacerlo yo.

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