Debajo de mis rodillas


-(Por favor, no me dejes)


Detrás del coche, el chico del andén se aguanta las ganas de pisotearte y se acomoda para suicidarse. Aquel que pudo contarlo, justo después de avisar en la ambulancia que su mujer iba con él.... que iban a buscar al niño de ojos castaños, color miel de flores de invierno.

Y se perdió, se perdió el final, sin embargo ella no. Cuando despertó no preguntó por nadie, temía hacerlo.

-Buenos días
-Tengo sed

Trescientos sesenta y cuatro días después, se acercó a aquella mujer.

-Hasta luego
-Hasta luu(ego)

Tres pasos más adelante.

-Oye, ¿te conozco de algo?
-¿Me lo dices en broma?
-De verdad, ¿te conozco de algo?
-No me lo puedo creer
-Pero, de verdad, lo siento pero no me acuerdo -sonriendo- Dímelo
-Si puedo invitarte a un café, te lo digo
-No, dímelo ahora
-Qué sonrisa, qué ojos,... tan bonita, no, más bonita
-Jajaja
-Coge mi teléfono y tomamos un café
-Venga dime
-Seis cuatro seis ocho...
-Espera -mientras lo guardaba en el móvil- Chema, ¿no?
-No te acerques tanto -se miraron a los ojos-, me pones nervioso

Paula sonrió toda aquella noche, en realidad todo el fin de semana. Se contagió y contaminó a Andrés. Lo que ocurrió después ya lo conté. Chema continuó su camino hacia la mazmorra. Se había inventado un hada madrina. Paula aún no lo sabía.

Se agarran los parasoles a la arena, se pierden las hormigas entre tanta miga. Crecen cactus entre la noche y el día. No me obligues a predecir el destino, que aún no sé qué significa.

No sé qué significa lo que hay debajo de mis rodillas cuando estás tú o cuando el suelo se me pega a la piel. No sé qué me quieren decir los días, ni las horas, cuando se inundan de circunstancias. Cuando, el que dicen psicópata, propone que eres una parte de su vida y, que si no caminas a su ritmo igual te puede pinchar. Refrescando la memoria, recuerdo que hace nada sonreía en el cuarto de baño mientras papá meaba, respiraba fuerte cuando aquel niño me empujaba para alcanzarme, jugando al escondite, y rechazaba los besos de la niña que quería experimentar.

Crees que me estoy perdiendo, ¿es que no te miras al espejo? Buenas noches, cariño. Nuestra historia está por comenzar. La tuya y la de trece idiotas que se están empezando a conocer.

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