Zoe

              Fue el felino que acechaba mis resbaladizos sueños en los primeros años. Su sombra tricolor serpenteaba muy temprano hacia mi cama. Solía despertarme acariciándome la cabeza con las diez cuchillas delanteras. Olisqueaba el hueco pestilente de mi boca antes de pasar por la ducha y me ronroneaba suspiros mientras se dejaba cepillar entre mis dedos. Aquel sábado, sin embargo, no vino. 

Me la encontré en la cocina. Unos rayos de sol templaban su cuerpo inerte.


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