Vaya,
aquí estás. Una, dos, tres, cuatro y tú cinco, personas atrapadas. Tan pegaditas
unas de otras, tan, tan... Ahí viene una de histeria, la mujer rubia. Y no
porque sea rubia, no, no, ni teñida, es porque es la que literalmente está
dando patadas a la puerta. ¡A una puerta doble de metal! Bueno, doble no sabes
si es.
Vaya,
entró el hombre héroe para abrazar a la rubia. No, no, no entró nadie. Recuerda
que al menos en los últimos cuarenta o cincuenta segundos, nadie entró. No
podría, estáis bloqueados. ¿A quién se le ocurre subir en plena tormenta? La
verdad, a cualquiera, que aquí en invierno, siempre llueve.
Veeenga, a gritar… ¡Qué pesadilla! No, no,
por lo de estar en el ascensor no… ¡Qué estamos en una facultad! Por uno, dos, …
cuatro, por los cuatro bobos que te acompañan. ¿Qué pasa? Alguien está… ¿de
verdad? Alguien está golpeando la puerta desde fuera. ¿Se está doblando? Sí, sí…
aquí están cinco sardinillas al natural. Bueno, unas más naturales que otras.
Puum,
puum. ¿Es la bedel metiendo su cabeza a la altura de tus pies? Uno y dos, bailan,
te empujan hacia atrás. Tres se pone en cuclillas para saltar. Mientras, tú
piensas, ¿quién pudiese quedarse encerrada de nuevo? Pero, ¡sola!
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