Versus 2

 

Tendría unos dieciocho años y era muy poquita cosa. Un metro sesenta, más o menos, delgadita, de pelo y ojos oscuros. Cuando entró aquel hombre, ella solo me miró. Él llevaba una mochila que posó en el suelo para sacar un par de cervezas y luego, recostado hacia la ventanilla, estiró sus piernas encima de los asientos. Dijo que se llamaba Manuel.

Recuerdo que entonces le habló de un pueblo hippie en Ourense que él conocía, también que trabajaba el cuero para venderlo por la zona. El tipo desaliñado invitó a beber a la joven, mientras él mordisqueaba un bocadillo.  

Sentía, al tiempo, que cada vez que aquel hombre se movía o le daba un sorbo a la lata, el camarote se nos hacía más sofocante.

Yo me bajaba en Sanabria y por lo que sabía a la joven  aún le quedaban unas tres horas de viaje. Eso me preocupaba, así que, antes de apearme, le di un toque al supervisor.

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