Suenan tambores que en vez de palmas, les responden calaveras: clack. Se insinúan brisas tras los vidrios de las copas y de sus botellas y alguien canta: mami, te tengo conmigo. Mientras, se zambullen lagrimeos en el colchón atornillado al ataúd y, se ríen los cuervos de las caricias seductoras de tus viejas garras infantiles.

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