El mercado huele a pescado seco.

Me duele la cabeza. Pego fuerte los labios y los muerdo con los dientes hasta sentir.
No corre aire.
Estoy cansada.
No esperar, caminar.                                                                 Irse de nuevo a la cama.

Abrir la boca.
Para respirarse hace falta más que consumir el aliento propio.
Junto al nervio que se dibuja en tu cuello, una línea.

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