Luzbel


Deseo entre el celo de la gata y el tuyo, un minuto de tormenta y el siguiente de calma, y luego empezar de nuevo. Concentro mis posesiones en una cajita que se quedó sin llave y ahora ya no puedo sino, romperla. Conduzco mis sueños como relatos de Lovecraft, en donde me persiguen humanoides que se me quieren llevar y limito mis pulsiones, porque a ti, mis intensidades te dan pavor. Mi acento es el que es y se cuelga de ti y también de mí, de la que soy cuando no estás empujándome hacia tus pensamientos. Esos que me confrontan y que me devuelven inseguridades pasadas, trayéndome, al mismo tiempo, otras nuevas.

Confundo códigos y tomo la decisión de esperar a que la gata se calme, aunque de vez en cuando me mira, me pregunto que cómo querrá que lo haga. Huelo a ti, pero también a mi vida, esa que llevo construyendo a tropiezos y que hoy, como en otros días, se interrumpe en un paso de cebra sin semáforos. Siento como al mismo tiempo se puede amar y odiar, atarse y liberarse de aquello que te mira fijamente, pero aún no sé si en el ejercicio de aprender está la catarsis de lo que aplazado o no, siento cada vez que me exiges que sea y que no sea.

Apenas acercas tus ojos a mi piel, y no sé si es para que yo evite la tuya o porque mirarme te hace daño, entre no ser la que soñaste o no ser el que soñaste para mi, estoy. Quiero que por una vez, nada me importe, y resulta que ahora eres tú, el que repasas mis movimientos y los tuyos, el que examina las puntuaciones para al final, provocar la salida de una aventura que no está por comenzar, sino más bien todo lo contrario.

Si pudiese escoger, no volvería nunca atrás, y tú sin embargo, igual sí.

Y mientras tanto, Luzbel se pasea entre mis brazos, justo detrás de mi corazón.

No hay comentarios: