Pulsiones

Una vela se enciende en el jardín invisible de los deseos perfumados de anuncio publicitario, un collage de sacudidas de metal pincha alfileres que se enganchan al punto de tu chaqueta. A los cuarenta y tantos si nadie juega a tu alrededor, ni tan siquiera con tus emociones, si tienes la certeza de no haber escogido mal tu presente, y,  si el zumo con leche y ron a media tarde te hace bien, debes reinventarte para que el siguiente episodio no te lleve a gastar tu nómina con un mal terapeuta.

Y es que las imágenes de la belladurmiente y cenicienta se regeneran en una viejecita envuelta en almidón que se escapa a sí misma y se distrae con pasatiempos cargados de solitarios faltos de memoria. No por fallo neuronal, sino por no tener mucho que recordar. 

Nada que relatar si no se escribe en reglas incubadas y preñadas de herederos egoístas a los que guardar tesoros robados a terceros. Tampoco hay desvanes con fantasmas en las vidas del autocontrol, sin pérdidas orgánicas ni mentales. 

En las líneas rectas del feminismo honesto el sexo es sólo eso y las emociones se reubican para no pecar de afeminada. Mujer afeminada en sí misma, de lencería frágil, de caderas redondeadas por las debilidades que antaño nos sostuvieron bajo desequilibrios entre lo que realmente éramos y lo que nos quisieron hacer creer. Y hoy, mujer que se escucha en el otro, y da miedo al prójimo. Al compañero a batir, al amante a rendir, a la amiga a empujar. A empujar a que como ella misma, se calce zancos de metal, alfileres que se enganchen en el punto de la chaqueta de otra.

No perder la feminidad y no descolgarse del feminismo, supone embarcarse en un tercer movimiento en el cual las sirvientas no dejan de serlo pero exigen cotizar, donde la prostitución no supone un trabajo, ni todo lo contrario. Donde el preservativo y el preservarse se enlazan en la fiesta de tu cuarenta y tantos cumpleaños. 

En la tarde, hacia las seis, mientras retraso el momento en que yo decida entre seguir o desembarcar, y otros decidan entre el revés de lo mismo, me pregunto si hacer esto o exactamente lo contrario, no es, en esencia, suicidarse igualmente.

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