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Miradas en forma de caparazón. El metro nos lleva a  Malasaña y luego se despista. Seguros de que no va a haber suerte, - y es que entre las  diez de la noche y las seis de la mañana, nunca la hay-, pero con el alma entre el rímel y el carmín, nos sacudimos el presente. 

Te fijaste que a nuestro alrededor no paran de besarse -es lo que tiene el turismo afectivosensual- aquella pareja y la otra también; en el Reina Sofía, en la Almudena, en la plaza de España. Y mientras en mi esquinita: un vodka con limón, una coronita y un: -Nada, ahora nada. 

-Nos vemos en tres horas

O antes,  en el starbucks. Entre la guindilla del smirnoff y la rosca de la cerveza, se encogen las horas. Al intercambio de dirección comienza, sin embargo, una parada en el espasmo de la metrópoli.

-¡Once euros! A nosotras nos cobraron nueve y le eché bronca

Mientras estoy aquí sentada, aguantando los dedos dentro del envase de mis tacones, me da tiempo a pensar en el brillo de su sudor. 

-¡Qué sorpresa!
-Estoy con mi novia

Segura de que lleva un anillo de alquitrán, no tan recién adquirido en las sábanas de la noche de anteayer: me alegra de veras. Pero sería mejor que no sólo me informases a mí, si no que también le contases que precisamente en este momento estoy tan feliz y, que no reviento -de alegría, por supuesto-, porque no me quedaría bien, pero no por falta de ganas.

-¿Nos vamos?

Vodka tiene la sonrisa metida entre la pantalla y la mujer de la barra. Coronita, mira al suelo y sólo de vez en cuando, reta al de la mesa de billar. Ahora-nada pide un ron con cola light.

Al niño que me acompaña no le gusta que yo me fije en el que entra en el baño y a la profesora -que me invita a un pitillo fuera-, no le importa que la mujer de la barra esté mucho mejor que ella.

-¿Cansado?
-No, pero...

Pero aquí ya estuvimos, y poco importa, si a mí me queda casi todo el ron. Me identifico a la salida del primero y a la entrada del siguiente pub, ¿qué importa si no me acostumbro a tu altura?

-¿Quieres?
-¿De?
-Menta, orbit de menta

Aggjj. Recuérdame que no los acepte la próxima vez.

-¿Por aquí?
-Nos aconsejas...

Un poco de puenting nocturno, tres juegos de naipes, una marquesina más y el convencimiento de que hoy tampoco. Controlo el tiempo perdido y expongo una teoría:

-¿Y si nos fuésemos al hotel?

A la que está hablando con el de la visera azul, le hace gracia a medias: aún no sabe cómo encajar la oportunidad de quedarse a solas con él y no quedarse a solas completamente. A orbitman le encantaría que limón se quedase: igual puede aprovechar para meterse en mi cuarto.

-¿Nos vamos?
-Por mí
-Dadme cinco minutos

O algo más, pero que pasen rápido, estoy aburrida.

-¿Estela?

Curiosa impertinencia del destino, mientras observo como sangra el ceño de mi amigo.

-Me avisó Álvaro

Ya puedo estallar, darme la vuelta, de dentro a fuera, con los intestinos como epidermis. Abrirme en canal y dejar que me atraviese panamá, hornearme al grill y trincharme en el justo medio.

-Tengo que invitarte a una copa, ¿qué quieres tomar?
-Un ron con cola light y un yelo
-¿Ron con cola?

Sí, light y con un único hielo, no vaya a ser que me vaya a enfriar.