Pasar de la huida a hacerte el encontradizo no me confunde, me enfada. La grosería de obligarme a seguir deseándote, cuando existe la seguridad de no ser correspondida es de un narcisismo tan cruel que te hace repulsivamente insoportable a mis ojos.
Supongo que no fui tan mala en la cama, incluso puedo imaginarte recreándome entre Lola y tú. Aunque sólo sea para aplacar la baja autoestima de tu yo alternativo. Ese que se sorprende encontrándose a sí mismo en el pobre reflejo que devuelven los charcos del viejo casco histórico, hoy seco.
Sinvergüenza y comediante a partes iguales en tu realidad, enano e invisible a partes completas en la realidad del prójimo: La de la mujer inalcanzable.
-Y es que si lo fuese, se quedaría en sombra de princesa desencantada
Porque estarás conmigo en que:
-No hay nada que ponga menos que una mujer que se coloque a tiro,
y es que no hay nada que ponga más que un cinturón de castidad
Así que:
-Hasta el próximo calentón,
mi caballero encantado...