Emergencia

Las puertas de seguridad se bloquean. Lí ya no se asusta. No es la primera vez que baja a los calabozos, pero le fastidia que el gobernador lo pueda pensar. Existen muchas razones para echarse hacia atrás, no se trata sólo de huir.
Concedidos dos deseos Amargo, quiere más. Quiere que le deje visitar a su madre.
-Está enferma
-Desde hace mucho tiempo
Amargo heredó las garras de su madre, pero ella está vieja y no es tan fuerte. A cualquiera se nos encogería el valor si la tuvieses en frente, pero su hijo ya ha crecido y tiene buena memoria.
-¿La has visto?
-¿A Irbis? Sí, en vuestro huerto, arrancando unas remolachas.
Sonríe mostrando la agresividad de su tristeza. No tiene nada que callar, porque lo que habló fue nada también.
-¿Conociste al hijo del gobernador?
-¿Al maricón?
Cuentan que a la madre de Amargo le gustaba el muchacho y, que por eso se celaba.
-Lo vi muchas veces en mi casa, creo que hablamos un par de veces. Poca cosa, lo que se le dice a los desconocidos que se tropiezan en tu pasillo.
-Vaya
-Jajaja
Si alguien hubiera querido su muerte, igual estaba en la lista, pero de ahí a molestarse en hacerlo. Era otro homicidio el que le gustaría que la vida le regalase.
Abajo, junto al río se ríen. ¿Te ríes tú también? Como locas bucean en las chimeneas de mármol de verdes sombras. Mientras, colonias de durmientes se sumergen en sus nudos, disculpan saludos a la eternidad.
Cobardes aromas escriben las lágrimas de la bruma en las huellas de la niebla, que devora la eutanasia de los damascos que se guardan en las entrañas del Almamayor. Hechicera soberbia.
-(¿Vas a complicarme las cosas?)
-(Veremos)
Para entender que lo que busco tendrá su blanco de alegría, hay que borrar al amanecer, no sospechar de la noche y, cuando extrañes a tu hijo, hablarle al silencio de él. Saborear las sales que se acercan a tus besos y, acuchillarlas con sonrisas (de cariátide). Burbujear entre las ramas, correr delante del invierno, para cubrir a la ruborizada laguna del pensamiento de hojas de oro.
-¿Qué hora es?
-5 minutos más y me voy
Sol que palidece en las enaguas que se enfrían sobre la desnudez del final del sueño. No puedo dejar de mirar tus párpados. Tiemblan. Se duelen de no poder gritar. Lágrimas de moscatel que se confunden en fábulas de sangre que nace en los suspiros. Caricias de dolor.
-¿Un cigarro?
-Dejé de fumar, gracias
-Jaja
Crecen las barbas del joven que esconde su corazón: Cuando yo vuele con el amor y las arenas no estaré abrazado a ti. Escuecen las hormigas mientras se aleja el granjero con su hoz, barren el camino de azúcar y limón, escupen salivas de aguardiente y mantecas de pan. ¡Qué no regresen las azucenas pues, me mienten!
Suenan las alarmas del módulo:
-Tranquila
-Lo estoy
Se mueven los tobillos, saltan sobre las piedras, aplastan al musgo, molestan al grillo. Se construyen conjuros, en las mudas cornisas de las fantasías de deformes orugas que nadan en los pantanos del sol. No te mojes.
El agua está caliente, abre los poros, los llena de cuchillas y, después, llena su lengua de barro para sellar tu padecimiento. Pasión. Emoción. Emoción. Pasión.
-Si al menos viese alguna intención
-(¿De cambiar? Jajaja)
Allí no llega la escarcha de los ojos apagados, porque sólo sienten las plumas, nada sabe el nido. Son las cosquillas para ellas, no resbalan al río. No se quieren mojar. Engordan suerte para los que no se enfaden cuando enfermen las palabras, cuando la pasión les maldiga y, se deshinchen los dientes, para los que muerden las razones.
Mientras suplican fiebre, mientras su calor no les maree. Se enfrentan las espumas al merecimiento de la barbaridad, enanos se apechugan contra la caridad del que no cree, del que cree en nada.
-Te acuerdas...
-(Abrirán las puertas) Veré lo que puedo hacer con respecto a tu madre
Atan redes las mujeres del puerto, no esperan a que lleguen los hombres. Borrachos de coral se ahogarán en los brazos de alguna estrella de mar. Ráfagas de lluvia inundan bañeras de cristal, diamantes entierran la venerabilidad de los pechos de la abertura.
-¿Y estaba muerto antes o se ahogó?
-No había agua en los pulmones, si es lo que preguntas.

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