No se lo cuentes a nadie

Lilium nocturno, increíble como una mujer pequeña de 70 y tantos, podía haberme desmarcado tanto. Gafas de sol en día nublado, maquillaje suave en el pañuelo mientras disimula las lágrimas, rosado carmín, esmalte de nácar... Y mi despacho con aroma a azucenas.

-No se lo diga a Zhong
-Descuide señora Virginia

-Nadie me dijo dónde estaba, y mi niño lleno de sangre... Me ve lo viejita que soy y, salí a la calle de noche a buscarlo

Le cojo las manos.

-(Qué puedo hacer) -Paio

-Por las noches se iba con ella, supongo que estaba casada... -Virginia

-(?) -Paio

-A veces lo encontraba triste, pero sobre todo se enfadaba mucho, como mi padre, sabe... El también tenía mal carácter, con perdón, dioslotengaensugloria -Virginia

-Yo le decía que tenía que pensar en su futuro, lo del padre, no le gustaba, para soldado servía, pero yo no quise -Virginia

Que algo me calme, está esperando fuera y no lo tengo arreglado...Que algo me calme o voy a salir de mí misma. Bueno, a lo mejor, si eso ocurre me sentiré mejor... Un poco de agresividad, pero que algo me calme... Sangre, amigo mío, no vino bendecido en agua.

Hacia las siete de la mañana me encuentro en el cementerio. Descubro que apenas si tenía 27 años y que a su padre no le apeteció mecerlo demasiado en su última cuna y es que pasa por ser una lápida algo vergonzante para una familia de su estatus social.

Entre los ramitos y las cerámicas (algunas con cicatrices por los tropiezos del viento), hay un lazo gris-plata mal enganchado a la cruz forjada. No tiene nada de especial salvo que debería estar sucio y algo estropeado, ya que el muchacho lleva 10 días descansando bajo tierra.

Decido que voy a pasar un tiempo charlando con una lápida vecina, por si descubro algún visitante que sea de mi interés. La que más llama mi atención (teniendo en cuenta que no me gusta ninguna) es la de una niña de tres años, unos 50 metros más abajo. Después del primer impacto, resulta más acogedora; además de que me permite la vigilancia cómoda del muchacho del gobernador.

La niña en cuestión, se llama Mara, y parece algo solitaria.

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