Globos de alquitrán

-¿Es-cuuu-chchchas? Deee-trás dee laa paa-red.
-No, Manu.

Conversaciones junto a mi oreja. Los murciélagos se cuelan entre las sonrisas.

-¡Desss-pierrr-tttta!

-¿Qué ocurre, Manu?

Me gusta respirar leyendo las agujas del reloj. Aquí te espero. No es posible una sensación- en la terminal te vi-, aun cuando te ofendas. No voy a esconderme en tu soledad. Te asustas con tus silencios. ¡Bórrate de mi visión!

Llevo en mi lengua las palabras serradas. Nada que decir. Nada por lo que oirme. A los que siguen la mirada del sereno, se los llevan las almohadas. Te olvidas. ¿Y? Bombean sangre los geranios que adornan tu ventana.

-(Inútil) ¿qué quieres?
-Naaa-ddda, maaa-má

¿Es posible? Serán las tres, te perderé, sigue. Agua infinita que inunda mi cerebro. Dos más dos, no más. No puedo soñar con un país tan pequeño, como no puedo vivir en mi dormitorio toda la vida. El cielo más gris oprime el suelo. La tierra más negra se baña bajos mis pies. Ensucias mis genitales. Cuerpo enfermo que ahogas a mis pies. Se enfrentan las conversaciones, ruidos que se enredan, que empañan las bombillas.
-Quizás en unos meses, otra operación
-Manu, ¿lo oyes?

Se niegan a saborear tu paladar. Te lloras. Perezosa la silla se agacha. Te caes. ¿Y? Bombean sangre los geranios que ocultan tu ventana.

-Te han echado.

Se filtran manzanas en tu copa, se derrite tu sabor. Te diluyes. Soplan fuera inviernos a otoños. Conjugan tiempos que agotan. Corren, sin mí, para adelantar al penúltimo. Libre la condición de desterrado para quien la quiera compartir. Guardo en mis manos todo lo que no entiendo. Cariñosa la mejilla, se acerca.
-¿Ttee qquee-dddas?

-Un ratito

¿Y? Bombean sangre los geranios que florecen en tu ventana. Elefantes bucean en tu estómago.

-¿Qué?
-Naa-ddda.

Es posible.

-¿Qué dije?

Sé que me olvidaré. ¿A dónde has dicho que quieres que llegue? No está muy lejos, ni muy cerca. No está. Sola entre tantas sonrisas, buscando una boca que me cuente lo que todavía no sé. Lo que he olvidado. Sabrosos son los encuentros del infortunio con mi padecer. Soldados que se hieren con sólo presentirse.

-Acérrrr-ca-te
-Manu

Quisiera contarte mi último pensamiento. Si siguen huyendo, no sé lo qué haré. Si mi enfermedad impide los besos, mataré mi incapacidad. Si la cordura se pierde por los pasillos, correré delante de ella y, me esconderé para esperarla.

Para pintarla de nuevo, para desdibujarla. Para asesinar al médico que no me dejó morir.

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