El letargo.

La traición de los cobardes.
Lejos de la salvaje rendición.
Se engordan las tripas de la fantasía. Para ellas mismas.
Por ellas mismas.
AMADA TIERRA inúndame con tu rocío. Al menos mientras duermo.
Para despertar con la sensación de haber sido bendecida por la mayor de las suertes.
Ángeles escupiendo obscenas sonrisas. Coordenadas que se cruzan en el infinito.
Volviendo la mirada hacia lo que nunca sucedió.
Negándole la verdad
al impulso.
En el ánimo, la creación
                          de las rutinas.
Desgaste gratuito.
Le dedico mi luto al vencido.
Y mis labios.
Acordonados quedan los delitos.
Burladas las indiferencias.
No te rías.
Aunque te entren ganas.
La espesura de las metáforas, no debilita las sensaciones.
No, las mías.                                                                                                                        Ni, las tuyas.
¿Y si fuera borrando las huellas?
¿Se daría cuenta el destino?
¿Me importaría?
                      Tal vez un poquito.
Silban lágrimas entre pensamiento e idea.
Incrédula imaginación, que no se embarca en invenciones propias ni ajenas.
Después del encantamiento aún susurran las membranas de los latidos.
Disculpa que me haya perdido.
Podrías repetir lo que has dicho.

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