Bastidores se dibujan en los cuerpos de los arco iris que construyen

los insectos que nacieron en los estómagos de los seres que caen en los nidos de los relojes.
De qué me olvidaría.
Que perdería.
Que me robarían.
Las locuras de cada día.
Un beso.
Abatido alcohol.
Barba del criminal.
Labios.
No puedo adivinar lo que piensas y eso me hace sentir ridícula a cada golpe de voz.
Es una tópica estupidez.
Gotitas de piano acompaña mi estancia en el interior de la boca.
En el momento en el que hablo suenan, al mismo tiempo, vocecitas que se derraman en el aire.
Me asustan.
Jugar a transitar entre aguas dulces y saladas. Empaquetar el universo en conciertos.
Dejar sitio para las serpientes. Para las salivas.
Silenciar los sentimientos. Sobre todo mientras duele.
Sujetar las palabras.
Y mentir.
Mudar el rostro.
Y sobrevivir.
De acuerdo con la sombra de la luna, quizás antes de que amanezca pueda interpretar las miradas que ya no me sorprenden. 
Aquellas que se vacían antes de llenarse.
Las de la tercera persona.
Aquella que no se acerca.
Que nunca posaran en tus manos. Que se diluyen en las tazas de vino que adornan las repisas.
Que se duerma el instinto.
Que se congele la impaciencia de las razones por las que disfrutar
de una buena depresión.

No hay comentarios: