Vergüenzas

Mañana vendrá Luís, no puedo quedar. Ya. Jaja.

Entre estaciones es un buen momento para un polvo. Lo justito para que el fisioterapeuta te arregle luego, si hiciese falta.

Y, ¿qué tal? Bien, pero se rompe mucho la cabeza.

A medida que la vida avanza más razones para un buen polvo. Lo suficientemente inmediato para que la ansiedad no se acumule en la mesita de noche.

Le he invitado a la fiesta. ¿Y? Dice que le da vergüenza -como pensando-, por mi marido.

Corazón con amplios conocimientos y habilidades sociales necesariamente adquiridos con un buen polvo. Con movilidad geográfica más allá de los orgasmos en casa propia. No por nada, sólo por los vecinos.

Pero, ¿tú estás enamorada? ¡Qué va, qué va! -alterada- Quita, quita...¿a dónde voy yo con él?

En los pechos crecen pezones como bocas, pintados con carmín que pide un buen polvo. Con cohartadas telegráficas que rodeen a los católicos mandamientos: excusatio non petita...

¿Es que tenemos dibujado en la frente que estamos follando? No, claro. Este tío es tonto, si viene se lo va a pasar bien.

Plan de pensiones para Laura, que asegure una jubilación con eróticos recuerdos: Inevitable un buen polvo. Con seguro a todo riesgo, para que no nos preocupe el daño a terceros.

Felicidades, voluptuosa sin-vergüenza, por entender a tiempo -antes de que el nicho te cobije- que un buen polvo está exento de compromisos.

No hay comentarios: