Side

Tan asquerosa como la piel de una araña o la de una mariposa, tan insignificante como la mirada de una gallina y tan escurridiza como la de una serpiente, así le sentía cada vez que coincidía con él en las oficinas de su madre.
Esto no ocurría muy a menudo, hasta que descubrí la fiereza con la que Irbis lo trataba. Y como me pareció siempre una mujer desdeñable, verla maldecirlo de aquella manera lo convirtió (sin que él lo sospechase) en mi protegido. Cuando supe que le acusaban de la muerte del hijo del gobernador, no dudé que podría ser cierto, sin embargo no pude evitar comprometerme a averiguar si habría alguna oportunidad para probar lo contrario.
Antes de que esto ocurriera lo observaba de lejos, pero luego no tuve otro remedio que visitarlo si quería avanzar en mis propósitos. Las conversaciones que compartimos fueron de todo tipo, de desdén, ridículos coqueteos, silencios. Era lógico que no entendiera mi interés por él, pero yo no le ofrecí ninguna explicación. No me pareció correcto.
-¿Hace frío?
-Llueve
-Pero, ¿hace frío?
-No sabría decirte, menos que ayer...
-Y, ¿ayer hacía frío?
-No llovía
Lo veía al menos dos veces al mes, en jueves, y, si no existía ningún compromiso inevitable. Intentaba que no pasaran más de veinte días entre una cita y la siguiente, y, procuraba cuidar mi apariencia y mi ánimo. A pesar de que alguna vez me iba de allí contrariada, por las provocaciones del hombre que poco a poco iba formando parte de mi yoexisto.
-¿Crees que mañana hará frío?
-Supongo que si llueve, no tanto
La palidez era cada vez más notable, a pesar de los paseos pautados por los funcionarios, y es que por él no saldría de su cubículo. Si fuera no había hecho amigos, dentro tampoco. Ni siquiera se molestaba en recordar el camino al comedor, simplemente seguía la fila como un animal más. No sabía el nombre del que dormía a su lado, ni de quien todos los martes le robaba el sitio en el vídeoforum, intentando molestarlo. Se dejaba insultar con muecas cobardes, se prestaba a ironías faltas de imaginación.
-Creo que esta vez la he cagado
Ni siquiera confiaba demasiado en mí, pero nadie más parecía interesarle que siguiera vivo. Y al contrario de lo que se pudiera suponer, en el fondo, se creía afortunado,... después de todo había alguien que parecía sentir por él lo que él no sentía por nadie. Y sólo por eso, al cambio, le hacía salir ganando.

No hay comentarios: