Redes de licra



Hace tanto frío que arrepentirme de las medias y los tacones, no basta. Cogería la minifalda y la echaría al fuego. Delante de mí.
No corresponde hacer todo esto para no tener nada, para no mirar a nadie, para no ver a la muchacha que me empujó la noche de sanjuán.


Un chupito cada noche de viernes, antes de salir de casa. Al regreso, ganas de vomitar y las medias enganchadas en mis botas.


Entre las tiras de mi sujetador y mi ombligo, la piel se me encoge y, se me estira. Se antojan los tobillos de sí mismos y, se miran entre sí las pestañas. Hacia las cuatro de la mañana, se evalúan los ingresos y los gastos y, se pretende un punto muerto. Imposible.


Mientras te observo, pienso:


-(Alguien me dice que soy demasiado puta.
Unas veces porque sí, otras, porque no.)


Sorprende verse delante de un espejo y fijarse solamente en los ojos que miran. Conectar con una misma sin que medie ningún pensamiento. Todavía es más increíble sentir como, de vez en cuando, te formateas intentando organizar lo que tienes dentro, que ocupe menos para meter más.


Escuchar lo que los demás dicen de una, como responden a tus respuestas. La crueldad con la que te inyectan trajanos.


Desde hace unos días, no me apetece bajar a hablar con Chema, qué me importa si me deja.


-(Es absurdo, pero si no le tengo)


Ayer me descompuse, literalmente, mientras le esperaba. Cómo podría hacer para borrar la escena de mi mente. Corriendo entre las mesas del Pubis, intentando ser ajena a las miradas de los que allí estaban.


-Hola
-Hola, lo siento pero no puedo ir
-(No puedes avisar antes)

Le escucho y aguanto la rabia. No puedo hacer ni decir nada. Sólo cabe esperar que al menos no te esté mintiendo, aunque sólo sea cuando, haciendo el amor, te besa.

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