Frío

Mirarte me asusta, pero no por ti, por mí. Es tan extraño soñar con la muerte a todas horas, incluso despierta... Desde que tengo conciencia de mí misma, me reconozco entre angustias de sexo y de finitud. No es de extrañar, lo uno me falta, lo otro me sobra.
Tengo uno de esos días en que mi yo se envuelve de algo más. Mi piel, comenzando por lo que hay entre las piernas y más arriba, siente el celofán de una servidumbre que no conoce castas. Sé de esto lo que me han contado.
Cambiaría toda la heroína del mundo por un murmullo de caricias que atravesasen el plástico que me adorna. Y de vez en cuando, algo más. Observo a las prostitutas entrar y salir de la casa Ambar, y en ocasiones, las envidio.
-Majestad
-¿Sí?
Con perplejidad: -Una tal Marguerite dice que tiene una entrevista con usted
-¿Marguerite? -como si no supiese quién es
-Sí, la hija de Lala
-No sé, no sé, pero hazla pasar y sabré lo qué quiere
Detrás de las mejillas, una embustera que se reconoce como de esasmujeres. Y ¿por qué en este caso habría de ser diferente?
-Buenas tardes
-Buenas tardes, así que tú eres...
-Marguerite -sonriendo- y usted Shú, ¿no?
-Jaja, sí
No hay complicidad entre ambas. Se diría que la muchacha se ha crecido y que piensa que aún lo hará más al salir de palacio.
-La reina desea...
-Tomar un café -tranquila-, ¿quieres otro?
-Preferiría una infusión -descarada-, el café no me deja dormir
-¿Qué?- como no entendiendo
-Jaja, eso, que prefiero una menta, incluso un vino me sentaría mejor -con altanería-. Me ayuda en las siestas
Los ojos de la adolescente se inquietan cuando la reina pide el Codax.
-¿Blanco o tinto?
-¿Está frío?
-El blanco
-Pues ese
-Dos copas

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