El
azul es el violeta sin moratones.
En pijama azul, junto al fuego, sentado en la silla, el viejo esconde sus
arrugas. Se duele a sí mismo entre sus manos gastadas. Sus zapatos se sujetan
al suelo mientras tal vez el alma lucha por no salir de su arca.
En Vincent van Gogh
O sea, la boda fue en la Robleda. O sea,
yo, es que, llegué impuntual, sabes… Pero, me dio tiempo a leerles el poema del
“Se querían” del poeta Aleixandre. Fue un momento súper-bonito, muy guay.
Después, pues, hubo un tapeo. Las seafood croquettes estaban buenísisimas y nos hicimos unos selfis chulísimos. Entonces nos avisaron para entrar en el comedor. Y allí fui con mi monísimo vestido rosa a sentarme. Y chica, o sea, se abrió la cremallera, y pensé, vale ¿y dónde está my crush en este momento? Sabes…
Los colegas se casaron en la Robleda. Yo, como siempre, había llegao tarde. Pero en la misa, chaval, me dio tiempo pá leer lo que me habían mandao: El poema ese del “Se querían” del Aleixandre.
Después del papeo del principio, donde nos
pusieron de too, nos hicimos unos selfis. Luego, fue cuando avisaron para sentarse en
las mesas. ¡Muy guay y tal!
Se acababan de casar en la pequeña iglesia de la Robleda. Como siempre, yo había llegado tarde a la ceremonia. Por suerte, había llegado a tiempo para cumplir la promesa de leerles el poema de “Se querían” de Aleixandre.
Después del entremés del convite entre risas,
fotos y croquetas de marisco, entramos ordenadamente en el comedor y nos fuimos
sentando. Ahí fue cuando lo sentí… un suave ruidito en mi espalda.
La cremallera se había desencajado y el
bello vestido rosado, de los más bonitos que me había puesto nunca, se abrió.
Para mi disgusto, aquello no era ni de lejos, una escena de La fiera de mi
niña y el doctor Huxley, por supuesto, no estaba en la sala.