En la existencia

Cuando entró le estaba quitando el agua a la orquídea. Apenas le prestó atención, hasta que le preguntó si le apetecía tomarse un Cardenal Mendoza. Asintió y le sugirió que saliesen a la terraza, un ático en la planta octava de un edificio antiguo que, como todos los de la época, le daba la espalda al mar. A pesar de estar en el mes de julio fuera hacía un poco de frío, así que el brandy templó ambos cuerpos. Se sentó apoyada en la ventana, respirando la sal del océano, mirando un cielo oscuro despejado de estrellas. Escuchó como él meditaba sobre la separación de ambos, preocupado subrayó por los niños. Y entonces, sorprendida se sintió bien, se imaginó allí sentada y le sonrió. Luego se acercó a la mesita, sirvió de nuevo el jerez en las copas y le invitó a brindar. Por nosotros, le susurró.

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